Tradición milenaria, sí, pero aún por evolucionar, reconozcámoslo. Ese paso lento, bamboleándose pesados los tronos, recargados mantos, barrocos los contrachapados con pan de oro a raudales.;los creyentes llorando, los no creyentes sacando fotos; los cofrades llorando por el esfuerzo y el fervor... Agotador, un espectáculo de digestión pesada, infinita.

Y el Domingo de Resurrección todas las cofradías formarían juntas en una sacra parrilla de salida y los fieles jalearían desde la citada Carrera Oficial, devenida en recta de tribunas... Y al otro lado de la meta: el Paraíso.
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