miércoles, 1 de abril de 2009

Lee Cortázar

La televisión es muy educativa. Cada vez que alguien la pone me marcho a otra habitación y leo un libro, dijo Groucho Marx. No es tan fácil. Si se enciende te apaga. La televisión imanta, un extraño brillo atrapa la mirada, desarbola al espectador desprevenido como a un conejo en la carretera. Es necesario huir. Agarrarse a un libro cuando siseen las entrañas del televisor. No hay margen. Debes ser rápido y buscar refugio. El retrete es buen socayo. Bajo las sábanas armado con una linterna es otra trinchera inmejorable. Pero, insisto, no es sencillo. No mires atrás.
Si aún así la televisión te desarma, no cejes. Prueba con esto:


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