miércoles, 29 de abril de 2009

Literatura y publicidad

Lo confieso: he devorado 'Los hombres que no amaban a las mujeres' de Stieg Larsson, como quien engulle unas patatas fritas sabor jamón-jamón, objetivamente asquerosas pero que no puedes dejar de comer hasta acabar la bolsa. Larsson, eso sí, tiene todo mi respeto, por su militancia ultraizquierdista y antinazi; mi admiración, por una historia que te atrapa y ha hipnotizado a medio mundo; y mis condolencias, por morir a los 50 años sin ver el éxito arrollador que le esperaba tras muchos años malviviendo y sin un duro en las trincheras del periodismo de izquierdas.Pero no es el valor literario (escaso) ni el entramado de historias que entrelaza (poderoso) lo que me inquieta, sino el descarado uso publicitario de la literatura, habitual en los best seller y que en este caso roza el paroxismo en algunos párrafos. Mikael utiliza su Ibook, Powerbook o su Megabook para ordenar las ideas; Lisbeth saca su Canon digital de nosecuántos megapixels para fotografiar al cadáver (sic); compran ropa en H&M... Tres ejemplos obtenidos por el sencillo gesto de hojear el libro al azar. Cabe resaltar un dato: Mikael Blomkvist, protagonista de la novela, debe estar patrocinado por Apple pues en las 665 páginas de su aventura cita sus productos (al detalle) hasta la saciedad. Quizá es que no leía un bestseller desde 'Los Pilares de la Tierra' o tal vez la publicidad es ya un hecho en la literatura de masas.

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