jueves, 22 de enero de 2009

Gogol Bordello

Pocas bandas logran sorprenderme. Y no es que esté de vuelta de todo en la historia del rock sino que el panorama musical actual es casi un erial para mi paladar, ansioso de emociones y sorpresas. Un vertedero musical en el que rebuscando puedes encontrar joyas inesperadas, algún que otro dinosaurio que merece la pena conservar, vanguadias solitarias que buscan caminos a ciegas y animales exóticos en peligro de extinción. A esta último grupo pertenece la banda neoyorquina Gogol Bordelo, gipsy punks, bestias del directo, libres, salvales, catárticos, revitalizantes... sorprendentes. No tengo más que decir. Basta con escuchar y juzgar por uno mismo.







domingo, 11 de enero de 2009

La llamada

La noche del viernes 2 de enero, el teléfono sonó en el despacho de editores y directores de varios medios de comunicación ceutíes. La llamada telefónica provenía de las más altas instancias del Palacio Autonómico. Aún sonaban en las calles los ecos de la indignación desaforada de cerca de mil quinientos manifestantes -todos ellos musulmanes- que recorrieron el centro de la ciudad al grito de "judíos asesinos" en protesta por el bombardeo israelí en Gaza. La consigna era acallar esos gritos, enterrarlos en las páginas más recónditas para silenciarlos en la medida de lo posible.

No es el fin de esta reflexión si se acató la orden o en qué medida; a cada medio que lo juzguen sus lectores, espectadores o radioescuchas. Tampoco se trata de ponderar lo acertado de la protesta o el calibre de las consignas, cada cual viaja con su maleta. Se trata de intentar desentrañar los mecanismos (políticos o psicológicos) que empujaron al Gobierno de Vivas a intentar barrer la realidad bajo la alfombra.

Mil quinientas personas (centenar arriba o abajo, según la contabilidad) salieron a la calle para expresar una opinión, lo cual sea cual sea la motivación es ya noticia en Ceuta, donde problemas que nos unen a todos (léase el alto precio y la baja calidad del transporte marítimo) apenas logran movilizar a un par de centenares de ciudadanos tras la pancarta. Pero es que la motivación en este caso es un drama que día a día es portada y mantiene en vilo al mundo. Mientras escribo estas líneas, decenas de miles de personas marchan en muchas capitales españolas pidiendo el cese del "genocidio" en Palestina. Las imágenes de estas manifestaciones han abierto los informativos y ocuparán un lugar protagonista en las páginas de los diarios y me atrevo a asegurar que ninguna Administración en sus cabales intentará frenar o mitigar la cobertura de un acontecimiento ajeno a su gestión. ¿Por qué entonces sintió el Ejecutivo de Vivas la apremiante necesidad de camuflar la realidad?

Al contrario que en el resto de España, la totalidad de los que salieron a la calle eran musulmanes. Sólo un discreto puñado de 'payos' se sumó a la manifestación/rezo colectivo. La ciudad de las Cuatro Culturas se mantuvo al margen, entre ausente y asustada, viendo cómo protestaban sus vecinos indignados por lo mismo que se indigna el mundo entero. Da que pensar, es cierto, pero la explicación a este aparente cisma social es sencilla. Ceuta no es igual que el resto de España (esa es su mejor virtud y su mayor hándicap) y es obvio que casi la mitad de la población es musulmana, un colectivo vinculado por motivos religiosos y emocionales a un conflicto, el árabe-israelí, enturbiado por la religión. Además, la convocatoria de UDCE-IU tenía un marcado carácter devoto al concluir en un rezo colectivo frente a la Delegación de Gobierno, oración propuesta por la Unión de Comunidades Islámicas de Ceuta (UCIDCE) que se sumó a la marcha arrastrando consigo a numerosos fieles y excluyendo implícitamente al resto de convecinos.

Todo lo expuesto anteriormente explica el perfil del manifestante, el grueso calibre de los gritos de "judíos asesinos" para pedir la paz en Gaza o las consignas alabando a Alá. Todo siempre discutible, claro. Pero nada, al menos a simple vista, parece implicar al Ejecutivo de Vivas, ni nada de lo sucedido se deriva de la gestión de su Gobierno pues la indignación que les movía tiene su origen a miles de kilómetros. La falta de ciudadanos no musulmanes es sólo achacable y reprochable a los convocantes. Aún así en la cabina de mandos del la ciudad de las Cuatro Culturas se tomaron la molestia de hacer unas cuantas llamadas para censurar nada más y nada menos que la realidad...

Dudo que Vivas sea sionista, estoy casi seguro incluso de que reprueba el brutal ataque de Israel. No hubo disturbios. Pese a los temores la tensión no pasó a mayores y la marcha se zanjó con mucho ruido y con cuatro energúmenos quemando un par de banderas hebreas pintadas con rotulador azul en trozos de sábana. Fue una protesta numerosa pero no multitudinaria. ¿Qué buscaba entonces el Virreinato de las Cuatro Culturas ocultando la manifestación? ¿Cuál fue el combustible que movió el motor de la censura previa? Yo sinceramente no lo sé, pero lo intuyo.

Quizá fue miedo. Miedo a que la realidad les estropee un eslogan.

jueves, 8 de enero de 2009

lunes, 5 de enero de 2009

Tres veces santa (tres veces maldita)

Manifestación en protesta por ataque de Israel. Ceuta 2 de enero de 2009
Foto: Javier Sakona 2009

Llevan, llevamos, miles de años peleando por una tierra tres veces santa, tres veces maldita. Una coartada divina que alimenta el semillero de odio que es Jerusalén y ese laberinto que la rodea y que se extiende por ese totum revolutum que llamamos Oriente Medio. Un odio que el sionismo y el fanatismo islamista se encargan de avivar condenando a los palestinos a ser rehenes eternos.

Un odio larvado que resulta mucho más rentable tras el muro de Israel, a buen recaudo en ese oasis pseudo occidental bajo la jurisdicción de Yahvé, no tan diferente (en lo estrictamente político) de otros estados teocráticos como Irán o el Afganistán de los talibanes. Israel es un estado nacido de la nada en 1948 bajo la tutela de EE.UU. y que desde entonces viene saltándose la Convención de Ginebra y toda la legislación internacional ampliando su territorio a costa de sus vecinos mediante operaciones militares sobre la población civil y salvaguardando el desequilibrio en la zona mediante el terrorismo de Estado. Una guerra sucia que viene practicando desde que Palestina era una colonia británica allá por los años veinte del pasado siglo y que ha perfeccionado como Estado hasta límites escalofriantes siempre bajo el estandarte de la guerra preventiva en defensa propia. El mismo estandarte que le ha servido para no respetar el tratado de alto el fuego firmado con Fatah en 2006 endureciendo un bloqueo que mantiene aislada a Gaza desde hace más de un año, estrangulando a más de un millón y medio de personas atrapadas en el fuego cruzado que ha segado la vida de centenares de civiles, muchos de ellos niños. Y todo con el beneplácito de la Administración Bush y el silencio cómplice de la Unión Europea y las Naciones Unidas, que ven como el pueblo palestino muere de hambre y miedo bajo las bombas de los F16. Bombas que caen sobre mezquitas, sobre hospitales, prisiones, escuelas, edificios públicos, viviendas… Crímenes de guerra que lleva 60 años cometiendo impunemente. Con el agravante de que todo se ha precipitado a poco más de un mes de las elecciones en Israel. Y es que el odio es rentable en la Tierra Prometida.

Y al otro lado del muro que separa el infierno de Alá del paraíso de Yahvé, el hambre y el odio antisemita campan a sus anchas en esa franja de miseria que es Gaza. Hamás, el partido de fanáticos barbudos que se convirtió en un Estado paralelo antes de alcanzar el poder en 2006, cambia hambre por armamento y se parapeta tras el pueblo al que dice defender. Armados con ejemplares del Corán y misiles de juguete en comparación con el devastador ejército hebreo, los fanáticos suicidas de Hamás se han propuesto inmolarse como pueblo para conseguir un imposible: recuperar Jerusalén a costa incluso de los palestinos.

Esta guerra es culpa de Hamás, dice Israel, culpable de que exista Hamás. Un círculo asesino que se cierra sobre sí mismo estrangulando al pueblo palestino en nombre de la defensa propia o por mandato divino. Y mientras, Naciones Unidas celebra los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Permítanme que no me aguante las ganas de cagarme en Dios.