lunes, 15 de diciembre de 2008

Las reglas del juego

Democracia de partidos. Estas tres palabras resumen lo acontecido durante los últimos veinte meses en las entrañas del PSOE de Ceuta. Doce ex militantes creyeron que podían disentir del pasado y romper la tradición cainita. Animalitos.

Permítanme ejercer mi verdadera vocación de anarquista de salón y recordar que Democracia es una de esas palabras erosionadas por el vendaval del siglo XX. Democracia, el poder del pueblo. Una palabra demasiado bella para ser real, así que hubo que moldearla. Y nació la Democracia de Partidos, el sistema en el que, sin querer darnos cuenta, (sobre)vivimos. Un teatro en el que la soberanía efectiva no reside en el pueblo sino en las oligarquías. O familias, si prefieren utilizar el concepto siciliano.

Las siglas son sólo retórica para vestir el discurso. Apenas hay diferencias entre PP y PSOE, como puede apreciarse en el devenir de ambos partidos en Ceuta. Si acaso destacar la propensión de los socialistas al espectáculo público y las peleas con luz y taquígrafos mientras la derecha prefiere dejar cadáveres silenciosos y bien alimentados. Pero unos y otros se atienen a las mismas reglas del juego. Unas leyes no escritas que dicta el Partido, un ente cuya voz sólo escucha el Sanedrín.

José Antonio Carracao (1978) es, dicen, el nuevo Sumo Sacerdote del PSOE. Sólo él y sus acólitos poseen la Verdad Socialista Suprema. Las reglas del juego. Lo demás son utopías, libertinajes y delirios, palabras tan pisoteadas como Democracia. Crímenes castigados con el ostracismo, que es la muerte del ciudadano.

A los desterrados les queda la honra de clamar en el limbo de los ciudadanos de a pie. A Carracao, como en su día hiciera Pedro Gordillo, le toca quemar la tierra fértil a su alrededor para que no crezca maleza y enrocarse a la espera de que el olvido y los estómagos agradecidos entierren la ignominia de unas elecciones cocinadas a fuego lento.

No se trata de salvar el mundo, ni siquiera se trata de salvar Ceuta. El objetivo ahora es salvar la familia, asegurar los cimientos de la oligarquía, lustrar los apellidos, defender el peldaño de la pirámide. Carracao es joven, pero ha crecido en la tradición. Es hijo de un senador, conoce los secretos. Lo demostró en su discurso aún como candidato a la Secretaría General del PSOE de Ceuta: “No han respetado las reglas del juego”, dijo en alusión a los decapitados por opinar. Fue la única verdad que dijo el día en que se coronó como Sumo Sacerdote.

1 comentario:

Mefistófeles dijo...

Muy buen "post"... Sí señor.
Felicidades