lunes, 25 de mayo de 2009

Aplastadas por el contrabando

Son porteadores, hombres y mujeres de carga. Cruzan tres y cuatro veces al día el paso fronterizo del Biutz, en Ceuta, cargados de fardos de contrabando. Hoy han muerto dos mujeres, Sohora y Busrah, de 53 y 32 años de edad; aplastadas por una avalancha. Una de tantas. Dice la Policía que no sabe cuál fue el origen de la avalancha mortal. Yo sí lo sé: el contrabando.El puente del Biutz no es un paso fronterizo cualesquiera. En 2002, los Gobiernos de España y Marruecos decidieron abrir una vía de comercio, eso dijeron, pero abrieron un agujero negro en la frontera por el que se cuela el contrabando con la aquiescencia de ambos lados de la frontera. El puente del Biutz, un pasadizo enjaulado con caminos diferenciados para hombres y mujeres, una rendija por la que, dice el acuerdo hispano-marroquí, los porteadores compran productos (alimento, ropa, etc.) en el Polígono Comercial del Tarajal, un centenar de naves en las que se vende casi de todo. Pero por las grietas se cuelan las ratas.
Pese a que el origen legal son, se supone, las mercancías del Tarajal, los enormes fardos que acarrean los porteadores esconden en su mayoría prendas falsificadas, textiles manufacturados en China que llegan en camión a Ceuta desde los polígonos de Madrid y Valencia. Lo sé yo y lo saben todos.
No se sabe bien cómo llegan los camiones hasta el Tarajal, ni qué agentes de aduana los fiscalizan, pero el caso es que llegan. Las mercancías duermen en almacenes clandestinos de la cercana barriada marginal del Príncipe, allí se reparten ya convertidos en enormes fardos de colores entre los porteadores que, ya de madrugada, se agolpan en las inmediaciones del Biutz. Listos para la batalla, dispuestos a pisotear a quien sea necesario para cruzar el Biutz las veces que puedan. El salario de cada pase varía según la mercancía. De los 10 euros de los fardos 'legales' (las mercancías no pasan controles ni pagan aranceles) con alimentos o ropa adquiridas en el polígono a los 30 euros de los fardos de productos chinos o incluso hasta 50 si se trata de mercancías más peligrosas, como es el caso de las prendas de marcas falsificadas. Una fortuna al otro lado de la frontera. Según datos oficiales, este trasiego de mercancías mueve entre 500 millones (datos de España) y 700 millones de euros (estimaciones de Marruecos). Una fortuna a uno y otro lado de la frontera.
Este flujo de dinero que, junto al incipiente turismo, supone un pilar vital para la maltrecha economía de la provincia de Tetuán; y un alivio para la no menos maltrecha (aunque a otro nivel) economía de Ceuta. Un factor que explica casi por sí solo que ambas Administraciones miren hacia otro lado. Y que explica, de manera indirecta, las avalanchas de hombres y mujeres esclavos de su hambre, o esclavos de sus ansias por ganar un dinero inalcanzable por otras vías.
"Estamos desbordados", confiesa un agente de la Policía Nacional que pone un ejemplo desasosegante para explicar el comportamiento de la masa: "Son como los ñus de los documentales cuando van a cruzar un río infestado de cocodrilos, saben que alguno va a morir pero les da igual, ellos quieren cruzar el río a toda costa".
La imagen es buena, desoladora pero acertada. Salvo un detalle crucial: aquí los cocodrilos se hacen ricos a costa de los ñus, muy ricos.

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