lunes, 30 de marzo de 2009

Pájaro en mano


Una sombra diminuta cruza el objetivo. Apenas un pestañeo de la realidad que escapa al ojo pero acaricia el lado salvaje del corazón. El gorrión no lo sabe, pero lo cacé. Sus pequeñas plumas son ahora píxeles. Su vuelo, disecado en un microchip. Y siento hervir en mi sangre la satisfacción del cazador, el sabor dulce y espeso de la vida, o quizá sea la muerte. El cuerpecillo inánime del gorrión brilla congelado en las entrañas de la cámara. Y sonrío. Amo la fotografía.

No hay comentarios: