Una sombra diminuta cruza el objetivo. Apenas un pestañeo de la realidad que escapa al ojo pero acaricia el lado salvaje del corazón. El gorrión no lo sabe, pero lo cacé. Sus pequeñas plumas son ahora píxeles. Su vuelo, disecado en un microchip. Y siento hervir en mi sangre la satisfacción del cazador, el sabor dulce y espeso de la vida, o quizá sea la muerte. El cuerpecillo inánime del gorrión brilla congelado en las entrañas de la cámara. Y sonrío. Amo la fotografía.
XIII Premios La Buena Prensa
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Estas son las bases y las categorías.
Se puede presentar cualquier texto en castellano publicado en 2023 en
soporte papel o digital. Los galardones está...
Hace 4 meses
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