domingo, 1 de marzo de 2009

Fugitivos del milagro indio

La imagen es tan surrealista como dramática. Medio centenar de inmigrantes indios sujetan una pancarta -en un paraje solitario de Ceuta, no muy lejos del CETI- en la que puede leerse «Dos años y medio en Ceuta, once meses en el monte». Se trata del medio centenar de inmigrantes indios que escaparon del centro de inmigrantes para no ser deportados. Ayer se manifestaron en silencio por los alrededores de su campamento para recordar su precaria situación y pedir derechos. Una manifestación casi simbólica que secundaron varias ONG en Madrid y Barcelona.
El lema de la pancarta, «Dos años en Ceuta once meses en el monte», sintetiza el drama que viven estos 54 indios, llegados casi todos de Punjab, un estado al noroeste de la India partido en dos cuya otra mitad está en el vecino Pakistán y limítrofe con Cachemira, la otra zona caliente del norte de la India.Estos cincuenta inmigrantes indios -aunque sería más correcto el término migrantes pues aunque su viaje arrancó en 2004 aún no ha terminado-abandonaron hace once meses el refugio del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) por temor a ser deportados a su país natal, India, con el que España mantiene acuerdos de repatriación. Desde entonces viven en un campamento en medio del monte ceutí, en un lugar que prefieren mantener en secreto aunque sea vox pópuli. Ayer estos inmigrantes convocaron discretamente a la prensa para rogar que no se les repatríe. Una concentración que pasó desapercibida en Ceuta, pero que tuvo su eco ayer en Madrid y Barcelona, donde varias ONG se concentraron en la Puerta del Sol en Madrid y en la plaza Universidad en Barcelona en solidaridad con ellos. Las asociaciones que han empezado a movilizarse son 'Papers i Drets per a tothom'; Centro Cultural de Bangladesh de Santa Coloma, Asociación Valiente Bangla y Ferrocarril Clandestino.
En el caso de la ciudad hermana de Melilla, otro medio centenar de inmigrantes, en este caso de Bangladesh, realizarán una acampada nocturna en la plaza España. En Ceuta la convocatoria se redujo a la entrega a los periodistas de los tres diarios locales de un manifiesto en el que se recuerda que llevan «más de dos años en el limbo jurídico» que supone el CETI, pese a que la normativa del propio centro marca un año y medio como máximo tiempo de permanencia.
De este modo se reproduce el proceso que ya se llevara a cabo con los inmigrantes de Bangladesh que también acamparon en el monte e hicieron que su historia fuera conocida más allá de la ciudad autónoma hasta que lograron ser regularizados. Un objetivo que comparten estos 54 inmigrantes aunque son conscientes de la dificultad. «Delegación quiere repatriarnos», admiten en un más que aceptable castellano. Y eso les quita el sueño. Karam confiesa que «muchas noches» no puede dormir «por el miedo» pensando que en cualquier momento «llegará la policía» para llevárselos. Aunque reconoce que que el trato de la policía en Ceuta es amable y que sólo les aconsejan que «no hagan fuego».
Cualquier cosa antes que volver. Y es que pese al llamado 'milagro Indio', no hay trabajo en la aspirante a superpotencia. Todos dejaron su país para buscarse la vida en Europa. «Sólo hay agricultura y en Punjab no hay agua y, no hay nada que hacer, no hay trabajo». Buphind, padre de cuatro hijos, vendió su granja para intentar ganar dinero en Europa. «Allí nos dan medio euros aquí dos», explica Pardeep, el que mejor habla el español dando a entender que merece la pena. Y eso que el viaje es estremecedor.
En 2004 llegaron en avión a Etiopía, de allí fueron trasladados a Burkina Fasso donde pronto se dieron cuenta de que estaban en manos de la «mafia de los negros». «Estuvimos cinco meses, nos quitaron el pasaporte y el dinero», relata buscando concienzudamente las palabras en castellano. De Burkina Faso llegaron a Mali, donde cayeron en otra red mafiosa que les retuvo y les exprimió durante «cinco o seis meses». «La peor parte fue de Mali a Argelia, murieron muchos por falta de agua, y medicamentos», recuerda Panjeeb emocionado en medio del silencio de sus compañeros. De Argelia pasaron a Marruecos por donde realizaron un periplo en manos de las mafias por Casablanca, Tánger, Tetuán y finalmente Fnideq (Castillejos) desde donde cruzaron la frontera «en coches». Más de dos años de un viaje que les ha costado más de 14.000 euros, aseguran. 15.000 euros que les ha llegado tan sólo para llegar a las puertas de Europa.
«No sabíamos. Pensábamos que ya estábamos en Europa», reconocen amargamente en medio de esta jungla mediterránea que es ahora su casa. Pese a las desgracias sufridas, pese a la lluvia y al frio que les atenaza en el campamento improvisado, no van a rendirse. Y parece que ya no están solos.

Publicado en SUR el 1 de marzo de 2009

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