miércoles, 18 de febrero de 2009

De columnistas y matones

El artículo de opinión es un arte de difícil manejo. El columnista, en especial el que tiene la dura y a menudo estéril tarea de aportar su opinión a diario, ha de manejarse con tiento y soltura. La opinión ajena resulta a menudo estomagante. Sólo unos pocos consiguen tener el cuchillo del ingenio siempre afilado como el ensayista británico G. K. Chesterton; y muy pocos son capaces de impartir clases magistrales en doscientas líneas como hacía cada lunes Manolo Vázquez Montalbán.

Es difícil encontrar un columnista genial. Son eslabones perdidos en una maraña de tertulianos y matones de a duro la palabra. No es un encargo sencillo. El columnista es ese ser responsable de levantar un armazón argumental entorno a un asunto sobre el cual el lector probablemente no tenga aún una opinión formada. Esto es, crear opinión. Y es que como decía el antes citado Chesterton “el periodismo consiste esencialmente en decir ‘Lord Jones ha muerto' a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo”. Y, si se tercia, juzgar a Lord Jones.

En lo que se refiere al panorama local, Ceuta puede presumir además de tener, en mi modesta opinión, dos columnistas brillantes: Vicente Álvarez y Manolo Calleja. El uno, vuela alto con su pavana diaria, demostrando cada día que se puede opinar a carcajadas. Álvarez sabe resumir la opinión pública en dos pinceladas entre líneas mientras los demás necesitan (necesitamos) malgastar párrafos y perífrasis. Es el único capaz de mostrar a Gordillo manejando los hilos de un Juan Vivas de juguete. El humor es invencible.

Manolo Calleja es caso aparte. Además de amigo del que presumir, Calleja pertenece a la nueva generación de ciudadanos con voz propia. Desde sus dos atalayas en la blogosfera de Internet (léanlas en Wordpress, Asimetrías Urbanas y Geografía Subjetiva), Manolo Calleja se ha hecho oír y su voz la leen miles de personas cada día en sus dos blogs, más lectores que votos recaba el PSOE que, contra toda lógica, lo expulsó de sus filas por disentir de la dirección. Y no leen cualquier cosa. Porque, si Vicente Álvarez es el ejemplo caballa del dardo afilado de Chesterton, Manolo Calleja es un buen heredero del otro Manolo antes citado, ejemplo de quien habla con conocimiento de causa. Un columnista de altura, de esos que sientan cátedra con sabiduría a raudales y sin morderse la lengua.

Calleja es, como Vicente Álvarez, inmejorable ejemplo de lo que ha de ser un columnista, ese ser que ya que se permite el lujo de largarnos lo que opina ha de ser docto, ocurrente, enriquecedor y ameno. Sobre la otra mitad del gremio a la que se refiere el título desde este articulejo, los matones, no me apetece explayarme. Se me revuelve el estómago.

NOTA: Esta humilde loa a quienes miman el noble arte del periodismo de opinión en Ceuta no es sino el resultado de una reflexión serena (un acto que no está al alcance de todos cuando se está en una tribuna) ante una columna furibunda y surreal publicada en mi honor esta semana por Don Manuel de la Torre, ex entrenador de fútbol e inquilino de la contraportada de El Pueblo de Ceuta. Es obvio que el cuerpo me pide sapos y culebras pero pese a que no quiero entrar al trapo sí me siento obligado a aclarar dos cosas. Una: no soy guipuzcoano. Soy de Bilbao. Y ese desliz le puede costar una querella. Y dos: leí la columna en cuestión entre divertido y estupefacto, pero se me encogió el estómago de asco al leer las dos últimas líneas. Es triste, necio, cruel, ignorante, asqueroso, ruin y absurdo utilizar como insulto gratuito la sangre de inocentes derramada por ETA en Euskadi. No puedo, como vasco, como periodista y como persona, dejar pasar un insulto preñado de odio y sinrazón que roza la xenofobia política. Un insulto peligroso que espero (pobre de mí) haya avergonzado profundamente a quienes pagan por columnas así.

publicado en Ceuta al Día.

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